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jueves, 28 de octubre de 2010

PRIMERA HIPÓSTASIS: EL UNO ABSOLUTO

Para comprender mejor esta primera hipóstasis que pienso es lo central en la filosofía plotiniana debido a que toda su filosofía la puntualiza y la ordena al Uno, he considerado mejor dividirla en tres literales, los cuales denotan su trascendencia, su causa (no en cuanto es causado por otro sino en cuanto es causa de sí mismo) y el retorno de todas las cosas hacia Él.

1.             El uno y su trascendencia

A través del pensamiento filosófico, se han tenido diversas consideraciones acerca de la unidad del ente, en especial en la época medieval (en la escolástica más concretamente). Dichas consideraciones versan en torno a disputas si la unidad es anterior o posterior al ser, u otros planteamientos sobre si es un atributo o propiedad de este, entre otras…, pero en sentido negativo, todos coinciden que la unidad excluye todo tipo de multiplicidad, de modo que, en el ámbito plotiniano, el acto de ser con el uno conducen a una máxima unidad; una unidad que se identifica con su acto de ser y, por ende, es una «unidad absoluta incausada» o como dice más específicamente: «causa de sí mismo» como haremos notar en el siguiente literal.

 Existe, por lo tanto, un Uno que está sobre todas las cosas, es -dice Plotino- una realidad que no es una esencia, sino que está más allá de la esencia, a la que el alma se une[7]. Es este la razón de ser de todas las cosas que en cierta manera tambien son uno. Ya Platón veía en el uno el principio de la esencia de las cosas, entendido ya sea como número o como entera realidad; de todos modos, en cada uno de los casos subraya que es propio de cada idea ser una[8].

Entre otras interpretaciones de la unidad del ente, Pico de Mirándola (1463-1494) sosteniendo la distinción real entre ens y esse contradice a los neoplatónicos afirmando que el esse es superior al unum y, por consiguiente, que Dios no es superior al Esse. Ante estas afirmaciones, hacemos notar que J. Ignacio Saranyana argumenta que el filósofo antes mencionado al afirmar que Dios no es el Unum sino que esta más allá de estequiere subrayar el riesgo de los monismos neoplatónicos[9]. Por otra parte, sin alejarnos del contexto que estamos tratando, colegado a una interpretación parmenídea, W. Beierwaltes, en sus estudios sobre la filosofía neoplatónica, haciendo diferencia entre el Uno que es (en sí mismo) y el uno que tiene el ser (en cuanto recibe la unidad del Uno), hace la diferencia entre lo que no es y lo que es: lo no pensable y lo pensable con las categorías del ser (esse), considera que entender el uno según diferentes prospectivas o admitir formas de realización del Uno diversas la una de la otra, es decir: del Uno que es y el que tiene el ser, deriva de un círculo hermenéutico que está íntimamente ligado al real contenido del Parménides y por consecuencia con Platón.
De este modo, la diferenciación que tenemos del Uno en el pensamiento neoplatónico puede dar como resultado una interpretación específica del Parménides[10].
Con lo dicho hasta ahora, cabe hacerse una pregunta fundamental que engloba, en sentido estricto, la filosofía neoplatónica. En efecto: ¿el ser es uno o es múltiple? Porque lo que tenemos en el mundo es una multiplicidad de seres. En términos generales, los estoicos ya habían intuido a esta pregunta de carácter ontológico insistiendo en la importancia de la unidad en el ser de las cosas; pero Plotino lo comprende de un modo mucho más profundo y radical: Todos los entes son entes por el Uno, ya sea aquellos que son tales en primer grado (en “sentido primero” como traducen otros autores)como aquellos de los cuales se dice que participan de algún modo del Ser ¿Alguna cosa, en efecto, podría ser, si no fuese uno?[11]. De modo que las cosas privadas de su unidad, definitivamente no serían; como tampoco existirían una casa o una nave si estas no tuvieran unidad. Desde el momento en que la casa o la nave pierdan su unidad, dejarían de ser[12]. En resumen, nada puede ser si no en virtud del Uno.

Es muy difícil tratar explicar este problema del desbordamiento del uno para dar paso a la pluralidad sin que a la vez deje de ser uno. Tenemos una complicación no solo para Plotino sino para quien intenta comprender su doctrina y en términos generales para todo pensador que busca tener claridad en sus argumentos. Pero respondiendo a la objeción anterior (si el ser es uno o múltiple), Plotino diría que elesse es, por decirlo así, como una consecuencia de la unidad, que viene después de ser uno y por tanto es menos simple que este. Por este motivo es que tenemos muchos seres en el universo; pero no es que se contrapone al principio de no contradicción, porque podría objetarse nuevamente: ¿Como es posible que algo sea uno y múltiple a la vez?

En respuesta a la objeción anterior, respondemos que la pluralidad es imposible comprenderla sin una cierta forma de unidad, porque lo propio del uno es «ser uno» y nada más, mientras que lo propio del esse, es «ser algo» (una casa o un hombre), esto ya presupone un sujeto y, por tanto, una imperfección en sí misma, cosa que no sucede con el uno. En consecuencia, el uno no es el ser sino el principio del ser.

2.             El uno como «causa sui»

Como las hipóstasis que siguen son causadas por otra superior, son carentes de simplicidad y poseen un grado de limitación. Necesariamente, existe una que es completamente simple e ilimitada[13], superior a la Inteligencia porque es causa de la inteligencia; superior al ser, porque este es en virtud de su unidad. En efecto, su característica principal es infinita potencia creadora, pero ella no es creada; productora pero ella sin ser producida por otra, es decir: posee una propiedad que la hace ser causa de sí misma, superior a todas las cosas. Tenemos aquí una semejanza con el planteamiento aristotélico del dinamismo universal partiendo del Primer Motor que todo lo mueve y atrae en cuanto que él no es movido por nadie[14]. A la vez, ocho siglos más tarde aparecerá la prueba aviceniana de la existencia de Dios y que luego en la edad media, Santo Tomás de Aquino la retoma en su segunda vía que también se colegan con el concepto del Uno trascendente del principal representante del neoplatonismo.

Por otra parte, al inicio del siglo VI, Pseudo-Dionisio Areopagita, reconoce cuando se plantea el problema de Dios, que es un ser absolutamente trascendente, conocedor de sí mismo y, por tanto, causa de sí, el cual se ha revelado al hombre de distintas maneras y con diversos nombres; pero el Areopagita no encuentra un nombre adecuado que exprese lo que Dios es en realidad.

Ante esta búsqueda, denota que ni aquel que parece más afirmativo se adapta a su verdadera realidad: El que «es»[15], sino aquel que elimina toda posibilidad de multiplicidad: el Uno.

El matiz que le agrega Plotino es una ubicación fuera del espacio y del tiempo, creado a sí mismo. Entiéndase con esta afirmación que no esta hablando de una creación temporal, porque si así fuera caería en una contradicción porque la afirmación «creado a sí mismo» podría entenderse como un momento temporal y no es ésta la afirmación plotiniana, al contrario, es entendido no como criatura sino como creador totalmente libre, no como una actividad que apunta solo a producir otras cosas, sino solo desde su acto libre que se identifica consigo mismo; porque en Él no hay dualidad sino completa unidad[16].

3.             El retorno al Uno

Hemos tocado anteriormente los puntos del origen y el fin, pero cabe subrayar ahora que estos dos términos marcan un tema existencial en Plotino ya que su preocupación por encontrar la perfección iniciando en este mundo material, lo lleva a ver en la práctica de las virtudes, el camino más correcto y seguro para poder unirse eternamente con el ser del cual proviene. Es interesante como tiene conciencia de la «belleza de las virtudes»[17], las pone en un plano mediato para alcanzar la perfección y la complementariedad de su vida, es decir, el final del círculo en el cual se encuentra inmerso: procedencia y retorno al Uno, lo cual no podrá lograrlo si no consigue separarse del cuerpo y de todo lo sensible, de lo terreno, de las pasiones…, y en suma, de todo aquello que es contrario a la perfección y, por tanto, crea una distancia con el que es perfecto.                    

El verdadero objeto de nuestro amor está aquí abajo y podemos unirnos a él, tomar nuestra parte de él y poseerlo realmente dejando de disiparnos en la carne. Todos los que han visto saben lo que digo. Saben que el alma tiene otra vida cuando se acerca a él, se mantiene cerca de él y participa de él. Entonces sabe que el que da la verdadera vida esta ahí, y ya no necesita nada. Al contrario debe rechazar todo lo demás y contentarse solo con él […pero] ¿Por qué no nos quedamos ahí arriba? Porque aun no hemos salido de aquí totalmente. Pero llegará un momento en que la contemplación será continua y sin obstáculo del cuerpo[18].

Téngase en cuenta que este «retorno» no es de forma directa, porque de la misma forma como todo depende de él, así todo regresa. Como hemos notado anteriormente en el tema de las tres hipóstasis, es una derivación o dependencia descendente, por consiguiente, su retorno debe ser de forma invertida: ascendente. El Alma por ser creadora de lo material, debe unirse al Espíritu para que éste se una alUnum porque de forma directa, esta unión es imposible[19].
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[7]   Cf. PLOTINOEnéada VI 9, 11.
[8]  Cf. L. J. ELDERSLa metafisica dell’ essere di San Tommasso in una prospettiva storica IL’essere comune. Traduzione di Angela Cocopardo. Titulo originale: The Metaphysics of Being of St Tomas Aquinas in a Historical Perspective. E. J. Brill, Leiden  -New Cork, Libreria Editrice Vaticana, città del Vaticano 1995, 99-101.
Recordemos que Plotino considera todas las cosas como ligadas al Uno, y tal unidad la reciben de acuerdo al grado de articipación que poseen.
[9]  Cf. J. ISARANYANAHistoria de la filosofia Medieval, Ediciones Univesidad de Navarra, Pamplona 19892, 321.
[10]   Cf. W. BEIERWALTESPensare l’unoStudi sulla filosofia neoplatatonica e sulla storia dei suoi influssi. Traduzione al Italiano di Maria Luisa Gatti dal originale: Denken des Einen. Studiem zum Neuplatonismus und dessen wirkungs geschichte (1985), Introduzione di Giovanni Reale, Vita e Pensiero, Milano 1992², 174.
[11]   PLOTINO, Enéada VI 9, 1.
[12]   Cf. Ibídem. 9, 15.
[13]   Para hacer notar un poco más la simplicidad del Unum véase Enéada V, 8, 2, 5, donde Plotino habla de una «belleza sin forma», porque todo lo que tiene forma, es multiplicidad.
[14]    Cf. ARISTÓTELES, Metafísica  XII, 7; 1072 b 3.
[15]   Cf. Éxodo 3, 14: Dixit Deus ad Moysen: «Ego sum qui sum». Ait: «Sic dices filiis Israel: Qui sum misit me ad vos» (Dijo Dios a Moisés: «Yo soy el que soy». Y añadió: «Así dirás a los israelitas: “Yo soy” me ha enviado a vosotros».
[16]   PLOTINO, Enéada VI 8, 20, 5.
[17]   Ibídem I, 6, 6.
[18]  RVERNEAUX,  Textos de los grandes filósofos, Edad Antigua, (texto de Plotino: Enéadas[selección]), Herder, Barcelona 19826, 119-121.
[19]   Sobre este tema, consúltese  IYARZAHistoria de la filosofía Antigua, Ediciones Universidad de Navarra, Pamplona 19872, 221-228.
Por: David Arturo Pineda Escobar

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