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domingo, 15 de noviembre de 2009

REFLEXIONES SOBRE LA CUESTION "NUCLEAR" DE LA CONTROVERSIA CATÒLICO-REFORMISTA

REFLEXIONES SOBRE LA CUESTION "NUCLEAR" DE LA CONTROVERSIA CATÒLICO-REFORMISTA

Eeste escrito fue usado por un simposio ecuménico entre teólogos ortodoxos y católicos cuyo objetivo era dar la información más exacta y más completa que fuera posible a los interlocutores ecuménicos sobre la doctrina de la Iglesia Católica en este punto. Esta cuestión ocupa un espacio central en la controversia con las Iglesias reformadas y en la discusión intracatólica con ella relacionada, detectando en ambos casos una ausencia de información.


Los concilios de Florencia, Trento, el Vaticano y la constitución Sacramentum ordinis de Pio XII, han hecho detalles y declaraciones sobre el tema. Estos dos últimos documentos mencionados, además de ser los mas recientes, incorporan las anteriores declaraciones.

Los temas tratados, los he puesto por separado en este "blog" para que se facilite su lectura. Busca los temas en el orden siguiente:


I. EL SACRAMENTO DEL ORDEN COMO EXPRESION SACRAMENTAL DEL PRINCIPIO DE TRADICIÒN.
II. SACRIFICIO, SACRAMENTO Y SACERDOCIO EN LA EVOLUCION DE LA IGLESIA .
III. EL SACERDOTE COMO MEDIADOR Y SERVIDOR DE CRISTO A LA LUZ DEL MENSAJE NEOTESTAMENTARIO.

A continuación presento cinco reflexiones personales:
a) Nadie puede negar que la teología católica ha insistido, insiste hoy en día y, como es su naturaleza misma de preservar lo que ha recibido de Cristo, en la identidad ininterrumpida de la tradición de los apóstoles, conservada y transmitida fielmente en la unidad de la iglesia que se expresa en el gesto eclesial de la imposición de manos. Por lo tanto, no existe una separación posible entre el aspecto material y formal, sino que su unidad interna es signo de la unidad de la iglesia misma, por ende, la imposición de manos tiene lugar en la iglesia y vive de la iglesia, de modo que sin esta, se reduce a un acto sin sentido o literalmente como dice el entonces Cardenal Ratzinger en este texto que estamos reflexionando, “se reduce a nada”, en efecto, una imposición de manos que no sea al mismo tiempo entrada en el conjunto de la vida y de la tradición de la iglesia no es una imposición de manos eclesial.
b) Es de capital importancia recordar que en la conexión de sacerdocio y sacrificio Lutero veía una negación de la gracia y un retroceso a la ley. Por otra parte, de acuerdo a lo dicho, sólo se entiende correctamente el texto tri¬dentino si se lee no como una exposición positiva total de la concep¬ción católica del sacerdocio, sino como una afirmación polémica, que se limita a formular las antítesis frente a las ideas rectoras del pen¬samiento de Lutero. Como mejor se comprende la inserción del texto en el conjunto de la tradición y la inexorable lógica interna es leyendo en cierto modo como del revés, es decir, teniendo en cuenta cómo concibe las consecuencias de la negación de la sacramentalidad del orden propugnado por Lutero. Entonces se advierte bien por qué, en definitiva, el concilio no podía contentarse con negar aquellas con¬secuencias, sino que creyó necesario atacar su punto de partida, de¬fender la sacramentalidad y, junto con ella, también la especial misión eucarística del ministerio de los presbíteros. En realidad, éste es el presupuesto lógico para rechazar la exclusiva teología de la palabra de Lutero, tal como la expresa el concilio.
c) Por suerte, el Vaticano II acertó a superar el estadio de la po¬lémica y supo perfilar en términos positivos la totalidad de la tradi¬ción eclesial, dando también cabida en ella a las orientaciones de la Reforma. Sus puntos débiles parecen encontrarse por ahora, en el lado opuesto a los del Tridentino: Dado que se renunciaba totalmente al enfrentamiento y más pretendía ofrecer un tratado teológico que una formulación autoritaria de la tradición, les parecía a muchos que el concilio penetraba en el ámbito de los tratados doctrinales que rá-pidamente se suceden y se superan unos a otros y que sólo pueden ser medidos por la exactitud de sus fundamentos exegéticos. Todo el conjunto alude, en definitiva, al problema de la potestad doctrinal en la Iglesia, a la forma de la tradición en la Iglesia misma.
d) El concilio Tridentino no desarrolló una controversia global sobre todos los aspectos del problema, acentuada además por el hecho de que los decretos de reforma, con su amplio arco teológico, cayeron en la teología de la escuela en un olvido profundo, por consiguiente, las afirmaciones tridentinas parecían demasiado positivistas y eclesiales.
e) Respecto a la forma básica de la antigua Iglesia como norma permanente, el Cardenal Joseph Ratzinger y por supuesto la antigua Iglesia, se caracteriza por ser "ecclesia in ecclesiis": La única Iglesia existe en muchas Iglesias (locales) y estas numerosas Iglesias existen en la única Iglesia.


David A. Pineda Escobar

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